Quiero compartirles a todos mis amigos del Blog un mensaje muy
importante que nos habla de la belleza de la naturaleza creada por Dios y el
testimonio de su existencia, estos hechos algunos los niegan ya sea por
incredulidad o falta de observación.
Se cuenta que un viejo árabe analfabeto, pero temeroso de Dios, oraba
con tanto fervor cada noche, que cierta vez el poderoso jefe de una caravana lo
llamó a su presencia y le preguntó: ¿Por qué oras así? ¿Cómo sabes que Dios
existe cuando ni siquiera sabes leer? El viejo analfabeta respondió: Gran Señor,
conozco la existencia de nuestro Padre Celestial por las señales que nos
muestra. ¿Cuales señales?, indagó el jefe sorprendido. El humilde siervo le
explicó así: Cuando usted recibe una carta de alguna persona ausente, ¿cómo
sabe usted quien le escribió? Estoy seguro que usted distingue la letra y su
firma. Cuando usted recibe una joya, ¿cómo obtiene información acerca de la
persona que la elaboró? Por la firma del orfebre. El viejo agregó, cuando usted
oye pasos de animales alrededor de la tienda, ¿cómo sabe después si fue un
carnero, un caballo, o un buey? Por las huellas. Entonces el viejo creyente lo
invitó a salir de la barraca y mostrándole el cielo donde la luna brillaba
rodeada de multitudes de estrellas le dijo: Respetuoso Señor, aquellas señales allá
arriba no pueden ser de los hombres. En ese momento el orgulloso jefe de la
caravana comenzó a llorar y a orar a Dios que aunque invisible, deja abundantes
señales por todas partes que ahora el pudo percibir. En la claridad de las mañanas,
en el día que transcurre con el calor del sol o con la lluvia que moja la
hierba, todo esto son huellas de la existencia de Dios. También Dios da señales
de El cuando alguien se acuerda de ti, o alguien te considera importante, o
cuando alguien merece tu cariño y te envía el mensaje: Que Dios te bendiga. No
olvides amigo que la naturaleza es la mejor evangelizadora porque es el
testimonio mudo de que Dios es real.
“Los cielos cuentan la gloria
de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a
otro día. Y una noche a otra noche declara sabiduría”.
Salmo
19: 1- 2
Con amor,
María F. Agudelo
09/13/12