LAS DELICIAS DEL CREYENTE

Todos nosotros miramos a cara descubierta la gloria de Dios. Un ratico con Vos Papa tiene mucho valor. Quiero mover mis labios para bendecir tu santo nombre. Me siento pequeñito Padre y soy una ovejita de tu rebaño que peregrinando por el mundo voy con melodías y canciones a la patria celestial. Mientras que me tengas en la tierra, deseo repartir amor por todas partes y caridad a los pobres quiero hacer. Si el rey Salomón hubiera repartido las riquezas recibidas del Señor a los pobres, se hubiera llenado de gloria, de una gloria mejor. Los regalos que la reina de Saba trajo a Salomón, si se los hubiera dado a los pobres y dado a conocer tu nombre, le hubiera ido mejor. Pero no pensemos de lo que ya paso. Solo miremos el presente que no es mucho mejor. Esas almas donde quedaron, quedaron. Nosotros te entregamos las nuestras llenas de infinito amor, y digo infinito porque otro calificativo no le puedo dar. No se expresarme de los arrebatos que siente mi corazón. Me has llenado con tu gloria, pero yo la quiero compartir con estos hermanos lindos del mundo que conmigo van. Mientras me conserves la vida no quiero perder un momento Papa. Llénate de gloria que es lo que te quiero dar ¡Ah Papa! Dame palabras para predicar tus mensajes de amor hasta donde alcancen los anhelos de mi corazón; y pueda predicar a todos que el Señor de la gloria es la salvación. Yo me gozo conversando con el Señor. ¡Y quien no se gozará con esa alegría y paz que el Señor da! Hermanos del mundo no se me queden callados porque es una dicha muy grande poder ir con el Amado. Yo existo porque fue tu voluntad bendita que existiera ¡Como te doy las gracias por eso Papa! Como Tu me diste la vida, es por eso por lo que tengo derecho a pedirte cosas Papa y darte la gloria porque eres un Padre tan lindo. No te cambiamos por nada ni por nadie durante nuestra vida; en tus brazos amorosos queremos vivir.

¡Amen!

Cordialmente,

                        José Joaquín Agudelo G

                        Julio 20, 2008

NOTA DEL ESCRITOR: Si cuando leyeres este mensaje te agrada, dígnate compartirlo con tus amistades. Gracias.   

 

LAS PROMESAS DEL SEÑOR

Porque todas las promesas de Dios son en El sí, y en El amen, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.

2Corintios 1:20

Hola familia y amigos. Hoy quiero compartirles un tópico hermoso en el cual se resaltan las promesas de Dios para los que Le buscamos y creemos en El. No permitas que los problemas te absorban tanto que sólo hables de ellos, más bien levantémonos enfocados en las promesas del Señor y digamos como el profeta David: ‘Estoy abatido, pero Tú eres mi roca; en necesidad, pero Tú eres mi proveedor; me siento triste, pero Tú eres mi consuelo.  Pero, pero, pero… Tú eres mi castillo, Tú eres el que abre caminos, Tú peleas mis batallas, Tú me defiendes de mis enemigos, pero no he visto justo desamparado ni su simiente que mendigue pan, pero Tú eres mi pastor y nada me faltará, pero Tú eres mi abrigo, pero Tú eres mi paño de lágrimas, pero Tú eres mi rescate, pero Tú eres mi porción, pero Tú eres mi bendición’ ¡Señor, Tu eres todo para mí!

 Las batallas de la vida son continuas y no las gana el más fuerte, sino aquél que en ningún momento duda que es Dios quien da la victoria. No se nos olvide que no hay forma de regresar el tiempo que ya pasó para corregir nuestros errores, pero si hay tiempo, y es en este mismo momento, para poner tu vida en las manos de Dios. El tiempo es lento cuando esperamos y es rápido cuando vamos retrasados, es devastador cuando estamos tristes, es corto cuando estamos felices, es interminable cuando tenemos dolor, es largo cuando estamos aburridos, es hermoso cuando estamos enamorados. El tiempo siempre lo determinarán tus sentimientos, pero nuestros tiempos están en las manos de Dios.

 ¿Sabías qué es el Evangelio? El Evangelio no es motivación, es salvación. No es empoderamiento, es arrepentimiento.  No es autopromoción, es autonegación. No es riqueza material, es riqueza espiritual. No es grandeza, es pureza. No es acumular, es dar.  No es prosperidad, es santidad. No es ambición, es consagración. No es opulencia, es obediencia.  No es ser ganador, es ser servidor. El Evangelio no se trata de nosotros, se trata de JESUCRISTO.  A veces es necesario que la vida nos sacuda con mucha fuerza para darnos cuenta de que el tiempo que nos queda no es para malgastarlo.  Les cuento que hablar de Dios es muy bueno, pero hablar con Dios es mejor. Así que simplemente quiero alcanzar mis sueños, superar mis límites, y triunfar con la ayuda del Señor para ser mejor que ayer.  Si deseas cambiar el mundo, vete a tu casa a darle mucho amor a tu familia. Esto es lo que está haciendo falta en toda la tierra.

Con amor,        

María Fanny Agudelo

                        07/05/2021