Mi esposo y yo fuimos criados en familias católicas en Colombia, y desde muy temprana edad nuestros padres nos enseñaron los principios morales fundamentales de la religión católica. Pero en abril del año 1989 fue cuando comprendimos el verdadero concepto de ser cristiano y desde entonces nuestra relación con Dios la hicimos más personal y fue en esa época cuando renacimos de nuevo como hijos de Dios en el cristianismo. Desde entonces comenzamos a escribir. José Joaquín ha escrito reflexiones acerca del amor de Dios y mensajes de esperanza para la humanidad, y yo sabios consejos para todas las familias de la tierra.

Friday, April 10, 2015

CAUTIVASTE MI CORAZON



                                                                                    I
Señor JESUCRISTO, tú me cautivaste el Corazón,
Para saber que no puedo negarme a complacerte mi buen Señor.
II
Tú eres la hermosura del claro Cielo,
 Yo quiero ir con anhelo tras las huellas del verdadero Dios.
III
Con tu amor admirable rompiste mi corazón,
 Llévame con anhelo al regazo de tu amor.
IV
Si pudiera contar las estrellas todas te las daría,
Los raudales de amor que me embargan son inmensos cada día.
V

Guárdame mi Dios porque quiero contemplarte con ternura,
y sentirme dentro de tus brazos en las mansiones divinas.

VI
Si pudiera deleitarme con canticos de amor,
 A ti te los daría mi buen Señor.
VII
En este atardecer de mi vida todo a ti te lo doy,
Déjame gozarme contigo mi buen Señor.
VIII
Un día no lejano nos reuniremos en el Cielo todos los hijos de Dios,
Tengan cuidado para que no falte ninguno porque los estaré esperando con mi Señor.



Cordialmente,
                               José Joaquín Agudelo G.
                               08/03/2004
Nota del Escritor: Estos versitos son con motivo de los 54 años de matrimonio de mi esposa y yo. Los comparto con ustedes dando muchas gracias a mi Señor por esta grande bendición.

LA LEALTAD



Para siempre oh Señor, permanece tu Palabra en los Cielos. De generación en generación es tu fidelidad. Tu afirmaste la Tierra y subsiste.                     Salmo 119:89-90


Queridos amigos del Blog, hoy quiero compartirles algo muy importante para la vida cotidiana: LA LEALTAD. Este es un valor moral tan olvidado en estos tiempos que llevan a la sociedad a un caos. Su autor es de las épocas antiguas, es decir, 450 años después de Cristo. Estoy hablándoles del famoso filósofo y escritor San Agustín. Nacido al norte de África en el año 354 después de la crucifixión de nuestro redentor. Era hijo de un pagano, pero su madre Mónica era cristiana y oraba mucho a Dios por él. Agustín murió el 28 de agosto del año 430 y fue enterrado en Hipona. Sus restos fueron trasladados a Italia. Observemos lo que escribió él en esos lejanos tiempos.

La lealtad no tiene que ser definida para muchas personas pues la practican a diario, pero lamentablemente para otras, la fidelidad está mal dirigida. No olviden que la deslealtad cobra un tributo muy grande al que la práctica y que la verdadera fidelidad soporta las tormentas, resiste la tentación y no titubea cuando es atacada.
Por ejemplo, cuando Daniel fue lanzado al foso de los leones, el permaneció leal a su compromiso con Dios. La lealtad marca la felicidad y con la bondad constante puede lograr mucho. ¿Qué ha pasado con la devoción en nuestros hogares? Donde está la lealtad para aquellos que amamos? De acuerdo a la Palabra de Dios, nuestra fidelidad no está diseñada para ponerla en superestrellas, celebridades o dignatarios. Primeramente debemos amar a Dios con mucha lealtad, a nuestra familia y semejantes. ¿Cómo es el amor? El amor tiene manos para ayudar a los demás, tiene pies para correr hacia los pobres y necesitados, tiene oídos para atender los suspiros y sufrimientos de la humanidad. En un instante el amor puede transformar el mundo pues el amor da vida. Cuando actuamos con amor, entonces nos mostramos lealmente en la sociedad. Todos amamos algo o a alguien. El amor nos motiva y nos moldea en lo que nos apasiona. Nunca se logra nada importante sin una dosis de pasión. Jesús era apasionado, murió por nosotros porque nos amaba apasionadamente. Así que haga la promesa de mostrarles a Dios y a su familia mucha lealtad y amor. Recuerden, nosotros sin Dios nada podemos, pero Dios sin nosotros nada quiere. No olviden que un cristiano sabe cómo ser leal y como organizar su vida; aun con lagrimas en los ojos se las arregla para sonreír y decir: "Estoy bien, gloria a Dios".

La fidelidad de Dios es de generación en generación. Yo misma experimento su fidelidad cada día, cada momento, y en cada circunstancia. Yo veo la fidelidad de Dios en mis seres queridos, en mi familia, en la iglesia, y alrededor del mundo entero. La fidelidad de Dios es tan grande, que si nosotros fueremos infieles, El permanece fiel (2Timoteo 2:13). ¡Que ejemplo! Deberíamos nosotros hacer lo mismo y practicar la lealtad y fidelidad en todas nuestras relaciones interpersonales empezando con la matrimonial. El que es fiel a Dios, es fiel a su prójimo. ¿Estás cumpliendo este principio?

Con amor,
                                María Fanny Agudelo
                                03/30/15