Familia y Amigos, hoy quiero hablarles de algo muy
común sucediéndonos a todos: El enojo. El enojo o ira, como quieras llamarlo,
nos hace mucho daño. Es un estado emocional que puede tener consecuencias muy
devastadoras para uno mismo y para los demás; por eso es muy importante
aprender a controlarlo de manera adecuada. Es normal asociar la ira con algo
externo, pero el primer paso es aceptar la emoción y hacerse responsable de
ella sin culpar a nadie. Recuerde, no somos culpables de lo que hacen los demás,
pero si de cómo reaccionamos nosotros mismos. No te sientas culpable por sentir
enojo pues es un estado emocional aportando información, pero este no debe
permanecer largo tiempo. “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre
vuestro enojo.” (Efesios 4:26). Así que analiza, ¿de dónde viene? ¿Por qué me
siento así? Permítete aprender cosas de ti mismo y contrólate y avanza. Aprende
a expresar tus enfados de forma productiva. No los dejes dentro de ti ya que
afectarán tus pensamientos y emociones favoreciendo la aparición de más
enfados y rabias, pero tampoco les des rienda suelta disparando veneno por
todas partes. Más bien trata de desarrollar estilos de comunicación asertivos
que te permitan expresar tus opiniones y defenderte respetando siempre a los
demás. Debemos tener en cuenta que cuando aparecen esos estados de alteración o
iras desmedidas sacándonos de nuestras casillas, es porque se ha puesto en
marcha nuestro mecanismo de defensa siempre activándose ante diferentes
circunstancias. Cuando no
podemos controlar la situación nos sentimos impotentes, nos irritamos y podemos llegar al estallido. Cuando las cosas no son como nos gustaría, cuando no aceptamos que las cosas son como son, entonces nos sentimos decepcionados y eso es precisamente lo que conecta directamente con el enfado o la ira haciendo que arremetamos contra la situación y lo más delicado contra las personas. Por tanto, debemos expresar lo que sentimos y lo que pensamos, pero con asertividad sin ofender al que tenemos al frente. Debemos aceptar que no tenemos el control de todo, solo podemos controlarnos a nosotros mismos reaccionando diferente en diferentes situaciones y que no podemos cambiar a los demás.
También debemos ser empáticos, es decir, aprender a ponerte en el lugar del otro para poder entender que es lo que le llevó a comportarse de esa manera. Siendo comprensivos nos ayuda a ser más tolerantes. No olvides que solo debemos construir muros de amor en lugar de muros de separación y hacer lo mejor para los demás sin esperar nada de ellos y de esta manera las cosas fluirán tranquilas como las aguas. También debemos procurar volver a la sencillez de la vida, a lo ligero y espontaneo, pues allí está la base de la armonía y el encuentro con nuestro Padre Dios. Recuerda, el mundo no cambia con nuestras opiniones, pero si debemos poner nuestro granito de oro controlando nuestro carácter, pidiéndole sabiduría al Espíritu Santo para poder transformar al mundo que nos rodea siendo luz y sal.
podemos controlar la situación nos sentimos impotentes, nos irritamos y podemos llegar al estallido. Cuando las cosas no son como nos gustaría, cuando no aceptamos que las cosas son como son, entonces nos sentimos decepcionados y eso es precisamente lo que conecta directamente con el enfado o la ira haciendo que arremetamos contra la situación y lo más delicado contra las personas. Por tanto, debemos expresar lo que sentimos y lo que pensamos, pero con asertividad sin ofender al que tenemos al frente. Debemos aceptar que no tenemos el control de todo, solo podemos controlarnos a nosotros mismos reaccionando diferente en diferentes situaciones y que no podemos cambiar a los demás.
También debemos ser empáticos, es decir, aprender a ponerte en el lugar del otro para poder entender que es lo que le llevó a comportarse de esa manera. Siendo comprensivos nos ayuda a ser más tolerantes. No olvides que solo debemos construir muros de amor en lugar de muros de separación y hacer lo mejor para los demás sin esperar nada de ellos y de esta manera las cosas fluirán tranquilas como las aguas. También debemos procurar volver a la sencillez de la vida, a lo ligero y espontaneo, pues allí está la base de la armonía y el encuentro con nuestro Padre Dios. Recuerda, el mundo no cambia con nuestras opiniones, pero si debemos poner nuestro granito de oro controlando nuestro carácter, pidiéndole sabiduría al Espíritu Santo para poder transformar al mundo que nos rodea siendo luz y sal.
¿Como estas manejando tus emociones, tu carácter, tus
pensamientos, tus sentimientos y tu voluntad? Recuerda que todo esto yace en tu
alma. Y si tú le entregas tu alma a JESUCRISTO, El va a tomar control de tu
vida. Vale la pena!
Con Amor,
Maria Fanny Agudelo
09.03.2017