La hermosura del
Cielo, ¿quién la podrá imaginar? Vivamos solamente en la santa presencia de
Dios haciendo su voluntad. Al Cielo ira todo el que quiera ir, pero si las
almas no quieren ir, ni Dios las puede obligar. No perdamos el tiempo haciendo
tantas cosas sin valor porque seriamos ciegos si despreciáramos al Señor. Sería
un caso terrible despreciar al Amado; para donde nos iríamos sin la amistad del
Señor?
Jesucristo, a ti
te quiero dar todo cuanto tengo para que me lleves allá. Alegrémonos hermanos
porque estamos en el tiempo de la cosecha y todo lo que hagamos acá, allá
aparecerá. Es un gangazo nuestra vida si la sabemos aprovechar porque de ella
depende una feliz eternidad. Yo quiero cantarle al Señor sin descansar porque Él
es nuestro Rey bendito que al Cielo nos va a llevar. Es bueno hablar de Dios,
pero con ganas hablar de Dios. Terminada la vida, es un frenazo en seco a
los méritos conseguidos y solo queda el disfrute de lo que se hizo durante la
vida. Reflexionemos hermanos queridos el valor de los momentos bien empleados
porque son un tremendo gozo cuando lleguemos ante el Amado. Papa Dios, no sé
cuánto tiempo me tienes señalado, pero lo que Tú haces es lo mejor.
Llévatelo todo y no dejes nada porque Tú eres mi Dios, dueño bendito de mi vida y la única razón.
Llévatelo todo y no dejes nada porque Tú eres mi Dios, dueño bendito de mi vida y la única razón.
Esto lo he
escrito para mi Señor y para todos mis hermanos y amigos que quieran gozarse
conmigo en la santa presencia de Dios!
Cordialmente,
José Joaquín Agudelo G.
Marzo 8, 2009