Hablemos clarito porque olvidamos de lo que está seguro que ocurrirá para ti y para mí y que nadie escapara de esta situación. ¡La eternidad no termina!
Queremos echar una velita al aire que salga por todo el mundo a rodar llevando mensaje de amor, hasta que nos lleves Padre a esa mansión Celestial. Mientras disfrutamos de esta vida, a Ti nos queremos dar. ¡Bendito seas Papa Dios! Tus criaturas te alabamos y bendecimos en oración. Tu amistad nos produce una dicha difícil de explicar. Por eso es por lo que seguimos al Señor sin vacilar hasta que llegue el momento de contemplar tu belleza. No podemos pasar por alto estos detallitos, que si no ponemos cuidado se nos van a
escapar. Todo cuanto hablemos durante nuestra vida deseamos llevarlo a tu santa presencia Papa Dios. Los arboles dan sus frutos y los jardines sus flores y nuestro Padre Dios todos los encantos de salvación. Todo lo que sentimos dentro de nuestro corazón es tremendo porque son impulsos del Señor. Me coloco ante tu presencia divina con gran espíritu de humildad porque mis anhelos grandes son a tu belleza contemplar. Te bendigo Papa con todo el corazón pues mi alma completa desea entregarse al Señor. ¿Por qué los hombres son ciegos? ¿Por qué nuestros amigos no ven? Miremos que la vida es corta y la eternidad ya va a empezar. Aseguremos nuestras almas pues no hay otro negocio igual. Vayámonos con el Señor sin vacilar. Las
bellezas del Cielo no las podríamos ganar; ellas son un bello regalo que el Señor nos va a dar si lo queremos recibir. De lo contrario nos iríamos al otro lado, a un infierno aterrador. La Palabra de Dios nos dice que allá hay fuego abrazador, pero nosotros no queremos tal lugar y nos vamos con el Señor. Si no aprovechamos estos momentos de vida nos puede pesar porque tienen mucho valor para nuestra vida espiritual. Pero hoy ya termino esta sencilla comunicación con la grata esperanza que la aproveches mucho para la gloria de Dios. Recuerda, la eternidad no termina!
Cordialmente,
José Joaquín Agudelo G.
Agosto 17, 2008