Cuando nos creemos más puros que un pétalo de rosa, es cuando nos llegan momentos más difíciles de controlar. Parece que el Enemigo nos revolcara y no nos diera tiempo ni de respirar. Queda uno sorprendido al contemplar nuestra incapacidad. Confiar en sí mismo es la gran tontería y tremenda falta de humildad. Acerquémonos al Amado al que controla nuestro ego y al dueño de la eternidad. Estemos alerta porque el Enemigo es muy traicionero y nos quiere llevar en sus garras infernales, pero no nos podemos dejar llevar.
Nos vamos con el Señor que aunque hayamos caído, Él nos
vuelve a levantar. Que sería de nosotros si el Señor no nos perdonara, ¡a donde iríamos a parar! Pero te ponemos un destino Papa Dios, que coloques la sangre del Señor JESUS a funcionar y que purifiques completamente nuestros corazones antes de la vida terminar. Porque así y solo así nos vamos a ese lugar llamado Cielo donde nos vas a llevar.
Lo que acabo de escribir es para todos mis hermanos que se quieran asociar para que nos encontremos todos en el Cielo en ese lugar celestial y en los brazos del Señor JESUS por la eternidad. Hasta aquí por hoy, ya no más mis queridos amigos. Los dejo con un pensamiento final, como encantaría que mucha gente me acompañara en estos bellos caminos de Dios.
Cordialmente,
José Joaquín Agudelo G
Marzo 23, 2008