Somos un puñado de almas que alegres te seguimos Senor y no queremos descansar siguiendo los bellos caminos que nos conducen al más allá.
Llenemos de gloria la alcancía del Cielo que durante nuestra vida tenemos caudales para llenarla ya.
Regla de oro para estar seguros de nuestra salvación: Que de
nuestra vida íntima no tengamos nada que ocultar. Los caminos de satanás son todos mentirosos en tinieblas y camuflados de oscuridad. Es un mundo de hipocresía, de engaño, y de mucho que esconder. Si en tu vida tienes algo que ocultar, estas mal y no puedes vivir en paz.
La verdad es que todo lo del Señor es claridad, amor, y luz. Quiero decirte muy claro que en nuestra vida íntima no debe haber nada, pero nada que esconder. Con el Señor vamos con la frente en alto hacia la eternidad. Repito la regla de oro es
que en nuestra vida íntima no haya nada que esconder porque Dios conoce los corazones y a El nada se le puede ocultar. Así es que si tienes algo escondido, vas mal. Tengamos cuidado que la muerte nos sorprende a la hora que menos lo pensemos y si vamos sin el Amado, ¿cómo será nuestra eternidad? Arrepintámonos que estamos a tiempo. La amistad con el Senor no nos puede fallar y solo la conservamos si llevamos limpia nuestra intimidad sin tener nada que ocultar.
En los bellos caminos de Dios no hay nada que esconder porque El conoce nuestros pensamientos desde antes de nacer. Pero Senor como Tú lo sabes todo, nos postramos reverentes ante tu majestad. Haz con nosotros cera y pabilo porque Tú eres nuestro Amado celestial.
Si tú eres una persona transparente que no tienes nada que esconder, eres un hijo de Dios que te mueves en la presencia de Dios y buscas la perfección para agradar a Dios. Allá debemos llegar todos, esta es nuestra gran aspiración.
Hasta pronto y buen provecho.
Cordialmente,
José Joaquín Agudelo G.
Noviembre 24, 2007