Permítanme hermanos y amigos que les comunique algo de lo que el Señor ha hecho en mi vida. Era una mañana cualquiera cuando me encontraba orando y me cuestionaba dentro de mi acerca de lo siguiente: Yo decía como es la dicha de saber que el que salva un alma tiene segura la propia. Esto era algo que me enseñaban y me repetían mis padres vez tras vez, pero yo lo pasaba de largo y no me detenía en su significado. Hoy al reflexionar en esto en oración veo que es profundo y además es bíblico (Santiago 5:20).
Es por eso que en aquella mañana al meditar en esto me maravillaba y me decía: ¡Que bueno seria hablarle de Dios a todos nuestros semejantes para ver que resulta! Fue entonces en esa mañana cuando experimente una gran visión: Veía pasar delante de mis ojos multitudes y multitudes de gente que nadie podía contar y me preguntaba,
¿Qué era esto? Y el Señor me dejo esperando por unos momentos hasta que al fin me dijo: Estos son los que se salvan por tus oraciones. Fue tal la sorpresa que se me vinieron las lágrimas de ternura y amor, y respondí: Esto debe ser por las oraciones de los santos de los cuales yo soy el menor. Me sorprendí tanto al oír esto que me estremecía de amor y me dije: Yo tengo que creerle a mi Señor.
Señor yo te agradezco que me hayas incluido en el ejercito de tus santos
porque en verdad yo no soy nada, soy uno cualquiera de tus criaturas que deseo
seguirte con todo mi ser. Digo esto porque ante el Señor no somos nada, todo lo
que El nos da es gratuito. No se que vas a ser conmigo, pero estoy feliz; mi
gran deseo de entrega a Ti es completo. Mi propósito fue sellado hoy con lágrimas
de amor como también debe ser la de todos los creyentes en CRISTO que hoy
existimos en el mundo.
Cordialmente,
José Joaquín
Agudelo
Marzo 13, 2000
No comments:
Post a Comment