Todo pecado y
blasfemia será perdonado a los hombres, mas la blasfemia contra el Espíritu no
les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del
Hombre (JESUCRISTO) le será perdonado, pero al que hable contra el Espíritu
Santo no le será perdonado ni en este siglo ni en el venidero. Mateo 12:31-32
Padre Celestial,
ten misericordia de nosotros para no llegar a semejante situación. Guárdanos
como la niña de tus ojos divinos porque no queremos pertenecer ni creer en nada
que no sea tus santos Evangelios y todas las bellas enseñanzas del libro
sagrado: La Biblia.
Determinemos
cuales son los pecados contra el Espíritu Santo o por lo menos pidamos las
luces suficientes para que el mismo Señor nos ilumine respecto a esto que no es
nada fácil. Una blasfemia contra el Espíritu Santo es atribuir poderes a Satanás
que solo corresponden a Dios como por ejemplo: Sanidades, milagros,
liberaciones, y prodigios. También yo creo que es abominacion las prácticas de
hechicerías, astrología, brujería, y agüeros tales como: Cargar caracoles en el
bolsillo para la buena suerte o tantas otras tonterías que nos engañan
totalmente en nuestra vida. Quienes practican tales cosas no conocen a Dios.
Quisiera agregar
un poco más a este mensaje y es que cualquiera que tú seas, no me importa si
eres rico o pobre, si eres feo o bonito, blanco o negro, joven o viejo, hombre
o mujer, o que tengas una gran posición o no la tengas, o cualquier otra
denominación diferente de las anteriores, lo que si me importa es saber que
tenemos un mismo Creador quien nos hizo a su imagen.
Y más grandioso aun, que si decidimos seguirlo y obedecerlo, entonces El nos hace sus hijos. Y como hijos, todos tenemos un mismo Padre y el Padre nos quiere llevar al Cielo a todos sin que falte ninguno. Realmente somos salvos por su gran misericordia porque nos compro al precio de la sangre redentora de nuestro Señor y Salvador JESUCRISTO. Por eso tenemos abiertas las puertas de la gloria para todos los que en obediencia y amor aceptamos la salvación.
Y más grandioso aun, que si decidimos seguirlo y obedecerlo, entonces El nos hace sus hijos. Y como hijos, todos tenemos un mismo Padre y el Padre nos quiere llevar al Cielo a todos sin que falte ninguno. Realmente somos salvos por su gran misericordia porque nos compro al precio de la sangre redentora de nuestro Señor y Salvador JESUCRISTO. Por eso tenemos abiertas las puertas de la gloria para todos los que en obediencia y amor aceptamos la salvación.
José Joaquín Agudelo
Septiembre 3, 2006
Nota del
Escritor: Como les agradecería que este mensaje fuera retransmitido entre tus
bellas amistades y por supuesto electrónicamente. Muchas gracias por
adelantado.