Es
una gracia de Dios muy grande de sentir el deseo de invocar al Señor con todo
el corazón. Oh Padre Celestial, en tu presencia divina queremos estar y alabar
tu Santo nombre sin descansar. Si vas a mi lado a quien temeré, pues Tú
proteges desde el Cielo a las almas que te son fieles. Y las almas que no te
buscan, no sé que van hacer porque quedan en una orfandad tremenda sin buscar a
su Creador. Miren hijos e hijas equivocados, que ustedes también tienen derecho
de seguir al Señor, no es sino dar media vuelta en busca de tu Dios. Cuando no
hay oración sincera salida del corazón, el demonio enceguece las almas para
llevarlas al infierno de horror.
Hermanos,
la oración es la omnipotencia del cristiano y si no lo sientes así pídala a
Dios que no te la va a negar porque tú también fuiste redimido con la sangre
del Señor. Papa Dios, haz que mis hermanos no desprecien esa vida eterna que
nos tienes preparada desde antes de nacer, eso te lo pido con todo el corazón
para que nos vayamos junticos a esa mansión de amor. Nadie puede decir, “eso no
es para mí” porque el Señor nos ama a
todos igual. En estos asuntos tan
delicados nosotros somos los que decidimos hacia donde queremos ir: A un
infierno de candela o a una mansión de amor. No me quiero callar Papa, quiero
hablar de tu presencia divina sin descansar. Que no se quede ninguno porque nos
vamos todos con El.
Yo
estoy hablando a todos mis hermanos y amigos en el mundo que quieran seguir
estos consejos con todo el corazón. Si lo haces, espera buenos resultados.
Cordialmente,
José
Joaquín Agudelo
Agosto
3, 2009