En un hoy o más bien en un mañana cualquiera seremos llamados por el Señor ¿Cómo será esto? Sera un acontecimiento tan grande que no es fácil imaginarlo. Pero te esperamos Señor amado. Tú formas parte de nuestra vida. Te llevamos en todos los acontecimientos de nuestra existencia: Cuando trabajamos, estudiamos, jugamos, dormimos, y en todas las situaciones de nuestra vida. Señor amado, vas con nosotros como la niña de nuestros ojos, como el fulgor de nuestra
mirada, o como el aire que respiramos; te necesitamos tanto Señor, por favor no nos dejes. Estos son momentos de vida que el Señor nos está regalando y no los podemos perder; tenemos que hacer algo para su gloria. La mayor gloria de Dios es que ninguno se pierda y la mejor manera de nosotros ser escuchados es por medio de la oración. Qué bueno es una vida así, por eso es por lo que el tiempo no se puede perder porque no tiene precio y no habría con que comprarlo. En un minuto, por decir algo, se puede ganar la vida eterna, el Cielo. El ladrón
crucificado a la derecha de la cruz de Jesús fue uno de ellos cuando el Señor le dijo, “Hoy estarás conmigo en el paraíso…” (Lucas 23:41-43). Gracias Señor amado porque nos brindas tan bellas oportunidades de salvación. Señor, yo comprendo que tú eres mi vida y mi única esperanza eterna. Tú eres la luz que nos alumbras, eres el lucero de la mañana, el brillo de la aurora, y el resplandor de la eternidad. Gracias por eso tan lindo y por eso tan radiante que sentimos en nuestros corazones. No podría ser menos estando en tu grata presencia. Regálanos siempre esa alegría incomparable. Te amamos Señor.
Cordialmente,
José Joaquín Agudelo G.
Mayo 30, 2008