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Permítanme comenzar con las siguientes preguntas:
¿Por qué los hombres se tienen que asesinar los unos a los otros? ¿No sería mejor que cogieran otro oficio? ¿O la sangre de JESUCRISTO derramada no tiene ningún valor? ¿O es que una eternidad bienaventurada no les interesa? ¿O es que un infierno eterno no les atemoriza? Los declaro más locos que los locos. Como es de bueno amar, como de dulce perdonar, y como de corto es este momento de la vida. Solamente vive bueno quien haga derroche de amor. En otra forma la vida no tiene sentido. Ciertamente con miedo no se puede vivir. Qué bueno sería que comprendiéramos esto. Viva Cristo Rey! Viva nuestro Dios amado! Gracias
Dios mío porque me haces pensar así. Humildemente y confiadamente me encomiendo a Ti Señor y te ruego por todos mis hermanos del mundo para que ninguno pero ninguno pierdan la vida eterna. Y por todos los perdidos del mundo para que ellos sean encontrados por tu gracia divina. Mi amado Señor, como me gusta decirte con santa Teresa de Jesús:
No me mueve Señor para quererte el Cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte. Muéveme Señor y en tal manera, el verte en una cruz escarnecido; muéveme tus afrentas y tu muerte que aunque no hubiera Cielo yo te amara y aunque no hubiera infierno te temiera. No me tienes que dar porque te quiera, lo mismo que te quiero te quisiera.
Señor yo te amo porque te amo y esta es una gracia que Tú, Oh Dios, me has regalado; pero auméntame ese fuego porque
yo necesito más y más para compartir tu santísima voluntad con todas las almas dóciles. Así quiero ser y hacer en toda la vida que Tú me regales y gracias por la vida porque esa es tu santísima voluntad. Digo que en vida porque todo es en vida. Terminada nuestra existencia ya no hay nada que hacer; donde quedamos, quedamos y ya no es más.
Hermanos muy queridos, si comprendiéramos la gloria de Dios y si comprendiéramos un poquito de su infinita misericordia, Él nos llenaría de su amor. Señor, Tu nos inundas de delicias y de encantos. El Cielo es para los humildes y que confiesan sus pecados y se arrepienten de haberlos cometido. No es para los endurecidos pecadores, pero si para los que corrijan sus errores y pidan perdón a Dios de todo corazón Todo esto es durante la vida; después de la muerte ya no hay remedio. Nadie debe dejar para arrepentirse cuando se vaya a morir porque ese momento nadie lo sabe. “Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” (Mateo 26:41). Vigilad y orad porque no sabemos ni el día ni la hora del regreso del Señor JESUS. Esto lo dijo el Señor.
Cordialmente,
José Joaquín Agudelo G
Mayo 23, 2008
