Si vieras hermano lo que el Señor ha puesto en mi corazón, lo quiero repartir a las almas para eterna bendición.
Somos los peregrinos que alegres te seguimos hacia la eternidad.
No te perdonamos nada Papa Dios, ya nos prometiste la gloria a los que en Ti Señor creemos, pues nosotros te seguimos sin dar un paso atrás.
Los caminos de lo eterno no se nos pueden borrar; nuestra mente debe estar ocupada en el más allá.
Si yo pudiera cogerlos de la mano y llevarlos al Señor, nadie se me escaparía ni el más sagaz.
Hijos queridos no se me queden coleados, quiero barrer con todos para llevarlos al Señor.
El Espíritu Santo me ilumina para que les hable en estos términos; es que nuestras almas valen mucho y no podemos irnos al infierno de horror.
Nuestra patria es el Cielo y no la cambiamos por nada, esa linda morada que el Señor nos tiene preparada para pasar la eternidad.
Bendito Dios Tu eres bello y lindo; nosotros te seguimos gozosos con una grande pero muy grande paz.
Quiero terminar estas estrofitas hablándoles del amor que el Señor nos da. Nos sentimos tan contentos como las almas predilectas que al Señor van.
Me gustaría que todos siguiéramos al Señor en una gran procesión, llenos de júbilo cantando una linda canción.
Vamos hijos, vamos ya.
Cordialmente,
José Joaquín Agudelo G.
Diciembre 23, 2007