Mi esposo y yo fuimos criados en familias católicas en Colombia, y desde muy temprana edad nuestros padres nos enseñaron los principios morales fundamentales de la religión católica. Pero en abril del año 1989 fue cuando comprendimos el verdadero concepto de ser cristiano y desde entonces nuestra relación con Dios la hicimos más personal y fue en esa época cuando renacimos de nuevo como hijos de Dios en el cristianismo. Desde entonces comenzamos a escribir. José Joaquín ha escrito reflexiones acerca del amor de Dios y mensajes de esperanza para la humanidad, y yo sabios consejos para todas las familias de la tierra.

Monday, November 11, 2024

NO HAY NADA MEJOR QUE VIVIR EN LOS BRAZOS DEL SENOR

 Nuestro gran anhelo de amor es repartir los mensajes del Señor. Todo lo que en mi corazón llevo grabado es para el Amado que un día nos va a juzgar (2Corintios 5:10). Quiero deleitarme con cosas bellas y hermosas como es entre otras la sonrisa de Dios (Números 6:25-26).

A todos los habitantes del planeta Tierra los quiero invitar para que vayamos confiados a la santa presencia de Dios. Espíritu Santo ilumíname en los caminos divinos del Señor.

Es algo del ayer pero más del presente, que una legión de ángeles nos llevara a donde vamos a pasar la eternidad. Todos los que disfrutamos de la vida te queremos invocar, para que nos lleves a todos juntitos a esa mansión celestial. Vámonos, vámonos, no se queden coleados; mira hijos que encanto es ir con el Amado.

Es que nuestra duración es eterna, tuvimos principio pero no tenemos fin. El Cielo es nuestra morada en el más allá, eso es lo que nos tiene preparado nuestro amado Dios.

Ay! Papa Lindo, yo no tengo más que mi corazón, eso es lo único que te puedo dar, pero llévatelo completo y no dejes nada mi Amado Celestial. No me dejes Papa con las manos vacías, quiero llenarlas de encanto y de tu bondad que Tu nos participas a los que en Ti creemos y eso no lo podemos dudar.

Quiero terminar orando por los pueblos abandonados que no creen en el Señor; como me gozaría predicándoles algo de la Palabra de Dios. El Señor me los llene de su luz y su bondad. Aunque no los conozco oro por ustedes para que reciban a JESUCRISTO en sus vidas y un día nos encontremos en el Cielo.

Cordialmente,

                        José Joaquín Agudelo G.

                        Diciembre 20, 2007

NOTA DEL ESCRITOR: Si no te desagrada esta reflexión, hazle publicidad a este Blog para que muchos lean estos mensajes. Muchas gracias.

MI CUMPLEAÑOS 91

Hola familia y amigos. Permítanme hablarles de la ancianidad desde mi propia experiencia. En la tercera edad, el tiempo se viste de susurros del pasado y de danzas en la historia. Las arrugas como versos trazan el camino andado, cosechando experiencias en el jardín del pasado. El sol acaricia mi rostro marcado por los años y en el crepúsculo de la vida la sabiduría florece cosechando la paz que la juventud desconoce. En la tercera edad se encuentra serenidad como si fuera un poema maduro lleno de verdad. Cierro los ojos, pienso en Dios, abrazo la calma y entonces mi experiencia se eleva trascendiendo en quietud.  Me doy cuenta que la vida es muy corta, ya que no hay tiempo para discusiones, disculpas, ingratitudes, ni rendición. Sólo hay tiempo para amar pero por sólo un instante, pues somos un suspiro o como la neblina (Santiago 4:14); entonces disfrutémoslo antes que se acabe el aire.

Benditos sean los que entienden lo torpe de mi caminar y la poca firmeza de mi pulso. Benditos aquéllos que comprenden que mis oídos se esfuerzan para oír. Benditos sean los que se dan cuenta que mis ojos están empañados. Benditos sean aquéllos que me comprenden cuando derramo el desayuno en la mesa. Benditos aquéllos que con sonrisa amable deciden conversar conmigo. Benditos aquéllos que toleran las fallas de mi memoria y nunca dicen: ‘Ya has repetido la misma historia varias veces.’ Benditos sean aquéllos que saben despertar historias de mi pasado. Benditos sean aquéllos que me hacen saber que soy amada y respetada y que no estoy sola. Benditos sean aquéllos que comprenden lo difícil que es encontrar fuerzas en esta edad para seguir luchando. Benditos sean todos aquéllos que con mucho amor me acompañan en esta épocas tan difíciles de mi vida. 

No nos podemos olvidar de las abuelitas, tampoco de las bisabuelas; yo soy una de ellas pues tengo once hijos, trece nietos y once bisnietos. Debemos acudir a ellas, ya que nos enseñan a remendar las relaciones y recomponer el corazón, también a reparar heridas familiares, a luchar por lo que vale la pena, y a abordar nuevamente el valor de la vida.  Así que no las grites, no las culpes, escúchalas en silencio, dales toda atención aunque te cuenten siempre lo mismo, sé paciente, ríe con ellas.  Aunque pienses que a ellas no les queda más que enseñarte, ve a verlas cuantas veces puedas, no las hagas sentir solas. Tráeles una flor, dales un beso, una caricia, una sonrisa, un pequeño paseo, y si no tienes tiempo encuéntralo y llámala y dile que vas pronto, hazlo antes de que esa silla este vacía, ella te está esperando ya que tiene mucho que decirte pero poco que darte.

Les cuento que cuando sentimos que los años pasan no debemos aparentar ser más jóvenes, mucho mejor sería que seamos más felices, porque así nos rejuvenecemos mucho más.  Envejecemos cuando pensamos demasiado en nosotros mismos y nos olvidamos de los demás, también cuando nos cerramos a las nuevas ideas o dejamos de  luchar.  En la juventud aprendemos y en la vejez comprendemos.  Las personas no valen por el tiempo que viven, sino por las huellas que dejan.  Dios bendiga todas las familias donde hay ancianos y cuiden de ellos y los amen.

Definitivamente aprendemos más a valorar, respetar, y amar a los ancianos cuando tenemos el amor de JESUCRISTO en nuestros corazones. Recíbelo hoy mismo en tu corazón y empezaras a amar en una nueva dimensión.

                                        Con amor,

                                                        María Fanny Agudelo

                                                        10/ 20/2024