Este
mundo se acaba y es solamente el tiempo preciso para prepararnos para la
eternidad. Si nos dejáramos engañar por Satanás, la eternidad seria un infierno
que arde con fuego y azufre que es la segunda muerte (vea Apocalipsis 21:8).
Pero no, yo, tu, el, nosotros, vosotros, ellos, no hacemos eso. Nosotros nos
vamos con el Sol de la eternidad, con ese Dios humanado en la persona adorada
de JESUCRISTO, que con su muerte y resurrección nos abrió de par en par las puertas
del Cielo para todos los que queramos seguirlo. Pero el Señor nos hace comprender
que seguirlo a Él es el mejor de los negocios. Ni un paso atrás, te arrancamos
hasta tu mano divina por seguirte Papacito Dios.
Los
pensamientos que Tú Señor me regalas son bellísimos, ¡Como te los agradezco! Me
muero de dicha pensando en los bellos designios de Dios con sus criaturas.
Gracias, muchas gracias Papacito lindo.
Yo
no sé expresarme, pero si lo pudiera, no dejaría ni una oportunidad de hacerlo,
me iría por el mundo entero en oraciones y alabanzas a nuestro bello Dios.
El
amor no ridiculiza, el amor engrandece. Con tanto amor se convierte uno en un inocente
niño diciendo un ta-ta en los brazos de mamá o papá. Cuánto más el amor de Dios
nos envuelve y nos enternece. No sabemos qué hacer con Vos Papa Dios por esa dicha
tremenda que nos das. Si pudiera decirte bonito, te diría más bonito. Estos son
los impulsos de mi corazón y con estos impulsos te motivo a que ores conmigo
esta oración:
Padre Celestial, yo creo en el
sacrificio perfecto que hiciste en la cruz a favor de la humanidad. Yo sé que
soy pecador(a); perdóname todos mis pecados. Lávame con tu sangre preciosa.
Hazme una nueva criatura.
Cordialmente,
José Joaquín Agudelo G.
Mayo 23, 2010
Nota
del Escritor: A quienes se dignen leerme este escrito, les agradecería que lo
comentaran con otras personas ¡Pasa la voz! Muchas gracias por hacerlo.
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