Hola familia y amigos. El mes pasado celebramos ACCION DE GRACIAS. Este es un día muy importante en América pues nos reunimos las familias a darle gracias a Dios por todas las bendiciones de este año y también para compartir unos con otros. El Señor dijo, “reconoceré que ustedes son mis hijos si os amáis los unos a los otros”. Recuerden que el Señor no nos falta con nada y sin merecerlo. El agradecimiento es un antiséptico muy refrescante sobre todo cuando nos sentimos golpeados por los problemas de la vida.
Ahora
quiero compartirles algo muy bonito que escribió Max Lucado sobre la vida
cotidiana de Jesús cuando estuvo en esta tierra. Espero que lo disfruten como
yo.
A
Jesús lo invitaron a las bodas matrimoniales porque lo amaban y disfrutaban de
su presencia. El Todo Poderoso no se comportaba arrogante ni orgulloso ni
sabelotodo. Aquel que todo lo sabía e hizo las estrellas no tenía la cabeza
metida en ellas. El dueño de toda la tierra y lo que existe en ella nunca la
recorrió con altivez. Él podía haber sido jactancioso pero no lo fue. Su
propósito no era jactarse sino acudir donde lo necesitaban. Él se esforzó
sobremanera por ser tan humano como cualquier otro. Él no necesitaba estudiar
más y sin embargo iba a la sinagoga; no necesitaba trabajar, más sin embargo
colaboraba en el taller familiar.
A Él le gustaba la música, escuchaba las arpas del cielo, también asistía a fiestas bien organizadas. Sobre sus hombros pesaba el desafío de redimir el mundo, no obstante dedico tiempo para asistir a una boda y recorrer a pie ciento cuarenta y cuatro kilómetros que separan a Jericó de Cana. Se notaba que la gente lo amaba y por supuesto que también había quienes se burlaban de Él y lo acusaban de herejía pero nunca de arrogancia; lo tildaban de radical pero nunca de insensible.
A Él le gustaba la música, escuchaba las arpas del cielo, también asistía a fiestas bien organizadas. Sobre sus hombros pesaba el desafío de redimir el mundo, no obstante dedico tiempo para asistir a una boda y recorrer a pie ciento cuarenta y cuatro kilómetros que separan a Jericó de Cana. Se notaba que la gente lo amaba y por supuesto que también había quienes se burlaban de Él y lo acusaban de herejía pero nunca de arrogancia; lo tildaban de radical pero nunca de insensible.
Como
Jesús había tenido una semana muy trajinada vio la invitación y pensó “este
será buen descanso” y pronto se dirigió a ese lugar con sus apóstoles. Su
propósito no era el de convertir el agua en vino. Su propósito no era demostrar
poderío. El solo quiso hacer un favor a sus amigos tanto que el anfitrión ni
siquiera supo lo que Jesús hizo. Tampoco su propósito fue predicar ya que no
existe constancia de esto. El motivo real por el cual Jesús fue a las bodas de
Cana es porque amaba la gente y quería estar con ella. Hasta aquí lo de Lucado.
El
evento más importante en este mundo no fue cuando el hombre puso sus pies sobre
la luna, sino cuando JESUCRISTO puso sus pies sobre la Tierra. Vale la pena
involucrarnos en tan importante celebración: El nacimiento de Dios en la
Tierra. El mundo entero lo celebra aunque muchos no entienden el verdadero
espíritu de la Navidad: ¡JESUCRISTO!
Con
amor,
María Fanny Agudelo
12/15/2016
Excelente mensaje que deja huella en nuestros corazones!
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