Recuerda, la fe se conoce en tu forma de
vida, no en tus ritos. Lo mejor que puedes hacer por los que murieron y viven
en el más allá, es amar a los que aun tienes en el más acá. La dependencia de
Dios es un camino de libertad y de liberación. La Biblia contiene la mente de
Dios, la condición del hombre, el camino de salvación, el juicio de los
pecadores y la felicidad de los creyentes. Sus doctrinas son santas, sus
preceptos comprometedores, sus historias verdaderas y sus decisiones
inmutables. Léela para ser sabio. Créela para ser salvo. Practícala para ser
santo. Ella contiene luz para guiarte, alimento para sustentarte y consuelo
para alentarte. Jesucristo es su gran tema. Nuestro bien es su diseño y la
gloria de Dios su finalidad. Léela pausadamente, frecuentemente y en oración.
Es el libro sobre todos los libros.
Es el medio que Dios mismo hizo para revelarse a la humanidad. Solo unido a Dios el hombre llega a ser lo que puede ser: un milagro, una maravilla, un hijo de Dios.
Es el medio que Dios mismo hizo para revelarse a la humanidad. Solo unido a Dios el hombre llega a ser lo que puede ser: un milagro, una maravilla, un hijo de Dios.
Mi esposo acostumbraba usar dos importantes
ecuaciones cuando compartía el mensaje de esperanza. Estas son:
Creer
en Jesucristo = salvación.
No
creer en Jesucristo = condenación (José J.
Agudelo). La mejor manera de evangelizar es con el buen ejemplo, con un consejo
sabio y oportuno, pero sobre todo con el sincero amor de Dios que brindas. La
paz de Dios no depende de las circunstancias de la vida, no depende del tamaño
de la tormenta, depende de tu relación con El. Debemos creer en la Biblia
porque: 1) Los que la escribieron fueron inspirados por Dios. 2) Es histórica. 3) Tiene continuidad. 4) Es profética. 5) Tiene poder de cambiar las personas.
Recuerda además que el amor es la fuerza
más humilde pero la más poderosa que dispone el mundo para agradar a Dios. La
necesidad más grande de un ser humano es la salvación pues se trata de la vida
eterna. Todo lo demás es efímero. Así que debemos leer la Biblia con más
frecuencia e intensidad para conocer
la voluntad de Dios. Conociendo la voluntad de Dios pidamos al Espíritu Santo
guianza y fuerza para obedecer el
consejo de Dios. Obedeciendo a Dios estamos amándolo. Amándolo, lo estamos reconociendo
como nuestro Padre y Redentor y a la vez El nos está reconociendo como sus
hijos. Querido amigo, quieres tu también ser reconocido por Dios?
Con amor,
María Fanny Agudelo
11/22/2018
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