Todo lo que recibimos del Señor son dulces caricias de amor. A veces las sentimos duritas, pero si son del Señor se nos vuelven dulcecitas. Déjate venir Padre bello, no te detengas porque tus caricias son las que necesitamos. Tú eres tan lindo y tan hermoso que nos sentimos traspasados en el regazo bendito de tu amor. Si, Déjate venir nuestro Rey amado porque necesitamos tu santísima presencia. Señor, para que nos hiciste tan querendones que con nada aparte de tu amor nos contentamos. La vida con el Señor es toda de dulces caricias de amor. Vivir con el Señor es nuestro gran anhelo para que se haga su voluntad en la tierra como en el Cielo. No me gusta hablar de amarguras y dificultades, no lo son si todo lo hacemos en la santa presencia del Señor ¡Si supiéramos hijos donde estamos parados! Tenemos un pie en la vida y el otro en la eternidad. Vale la pena, vale la pena hermanos llevar el corazón en la mano para entregárselo a nuestro amado Dios. Llénanos de gozo con gran dulzura y amor porque Tú eres la majestad divina, nuestro amadísimo Señor. Tú eres la plenitud de nuestra vida y reclamamos ese derecho que tu bondad infinita nos dio. Espíritu Santo enciende los corazones con el fuego de tu amor para acercar almas al divino Señor. Me coloco en tu presencia bendita, no miro sino al Señor, tu presencia es la hermosura ¡que bendición!
Cordialmente,
José Joaquín Agudelo G
Junio 1, 2008
NOTA DEL ESCRITOR: A mis amigos que lean este mensaje, como me gustaría que lo hicieran circular en sus bellas amistades. Muchas gracias de antemano.
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