Hola familia y amigos. En esta oportunidad quiero hablarles de mi vejez. ¿Sabían que la mejor obra maestra de una madre son sus hijos? Les cuento que hace mucho tiempo le dije a una de mis hijas mayores que ella no me necesitaba, pero que yo si la necesitaba a ella, pues quería que se quedara conmigo. Gracias a Dios ella está conmigo y sigue luchando con mis achaques y mi vejez. Ella pide ayuda a sus hermanas/os. Tanto ella como ellos lo hacen con mucho amor, de ese verdadero y fuerte que se necesita para lidiar con ancianos, enfermos y niños. Pido a Dios que siga bendiciendo a mi maravillosa familia por siempre. Yo pienso que así debe ser nuestra relación con Jesucristo; no nos podemos separar de Él pues caeríamos en grandes problemas.
Por favor no se les olvide que la gente más feliz no tiene todo lo mejor, sólo hace lo mejor que puede con lo que tiene. Lo único que nos llevamos de esta vida es la cantidad de amor que fuimos capaces de dar. La inteligencia no se mide por las palabras que sabes pronunciar, sino por aquellas que no dices para no lastimar. Ser humilde no significa ser pobre, significa que en escasez y en abundancia eres la misma persona, agradecida, feliz y generosa. ¿Sabían que la verdad sufre pero nunca muere? Cuando la situación sea buena, disfrútala; cuando la situación sea mala, transfórmala; pero si no puedes transformarla, transfórmate.
Súplica de una madre anciana: Hijo llévame al parque, pues aún tengo fuerzas para caminar contigo y no me sentiré vieja; háblame con cariño hijo, no te alteres, los viejitos somos como los niños, nos gusta que nos sonrían sin desaire; festeja mis ocurrencias, no critiques mis locuras, trataré de ser valiente aunque surjan amarguras. No te alejes de mi lado, no me hables con engaño, tengo aún mi mente clara, los recuerdos son de antaño. Ven a verme hijo mío con frecuencia, yo no te pido nada, solamente tu presencia para contemplar tu cara. No me dejes triste y sola y no me lleves a esos lugares, pues los médicos se equivocan, el dolor está en el alma.
Doy gracias a Dios porque me ha permitido ver crecer a mis once hijos, también trece nietos y doce bisnietos. Gracias Dios mío porque aún puedo ver, escuchar, escribir, y caminar, y valerme por mí misma, pero sobre todo por esta hermosa vida que me ha regalado, pues he sido muy bendecida por Ti Señor.
Si te encuentras en la vejez, la adultez, la juventud, la adolescencia, o la niñez, sea cual sea la etapa de tu vida presente, disfrútala con JESUS en el corazón!
Con amor,
María Fanny Agudelo
10/20/2021
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