(Lucas 1:26 – 38)
¡Qué maravilla! Todo un Dios Omnipotente creador del cielo, de la tierra, de todos los mundos visibles e invisibles, y hacedor de todas las cosas, dialogando la suerte de la humanidad con una niña de 12 o 14 años. Dialogando, que se yo, de la vida, de la muerte, y de la eternidad y esperando la respuesta que diera esta niña con respecto a su participación en la redención del mundo; la cual sin tardanza acepto semejante responsabilidad. Pero cuan admirable es la delicadeza de Dios con sus criaturas! Pedir permiso a esta humilde niña para realizar semejante obra! Al aceptar María su participación quedo fundida y resplandeciente en la dignidad de Dios como ninguna otra criatura que se asemeje a ella en el mundo. Y es por eso que nosotros la podemos amar tanto, o sea, hasta donde a Dios le agrade y según la voluntad del Señor agonizante en la cruz. Gracias amadísimo Señor por escoger esa madre tan linda, tan humilde, y tan decidida a ser un instrumento útil en tus planes divinos a favor de la humanidad.
Cordialmente,
José Joaquín Agudelo G.
Mayo 23, 2008
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