En un hoy o en un mañana cualquiera nos encontraremos en los brazos de
nuestro Padre Dios. El día y la hora no lo sabemos, pero lo que si sabemos es
que el tiempo es corto. ¿Qué son 100 años comparados con la eternidad? Nosotros
los que nos encontramos disfrutando de la vida que hoy poseemos, estaremos en
esa situación dentro de muy poco tiempo. Dentro de 100 años por decir algo, no existirá
ninguno de nosotros. Estaremos todos reunidos con los bienaventurados en el
Cielo. Se estalla nuestro corazón al pronunciar estas palabras. Más bien es
encontrarnos en los brazos de nuestro Padre Dios junto con los bienaventurados
para glorificar al Señor en una fiesta que ningún ser humano podría describir. Allá
no hay tormentos, no hay engaños, no hay dudas, no hay odios, no hay mentiras,
no hay guerras, todo esto por decir algo. Los bienaventurados gozando de Dios
en forma perfecta, completa, y eterna. Esto es un regalo del Señor para todos
los que lo seguimos.
Pero podríamos decir o pensar que esto ocurriría en un tiempo
muy lejano o quien sabe cuando; miremos que esto podría suceder en este preciso
momento o quizás en unas pocas horas o días. Que bueno es pensar en la brevedad
del tiempo y la duración de la eternidad. Siendo amigos de Dios lo tenemos
todo, ¿no te parece? Mientras disfrutemos de la vida no la desperdiciemos, debemos lograrla al máximo haciendo el bien
que mas se pueda para la honra y gloria de Dios. En esta vida y solo en esta
vida no se nos pierde nada de lo que hagamos: Un pedazo de pan que demos en su
nombre, allá aparecerá. Todo acto de amor para el Señor tiene un valor
infinito. No perdamos el tiempo porque vale mucho; vivamos con este pensamiento
que nunca nos pesara. Son admirables las bendiciones del Señor. Lo que vivimos,
lo que sentimos, lo que hablamos, lo que hacemos, todo son grandes bendiciones
de nuestro Padre Dios. Su santa Palabra nos enseña que el apóstol Pablo fue un
perseguidor de nuestra iglesia, pero el Señor lo tumbo del caballo y llego a
ser una gran figura de los seguidores del Señor (Hechos 9).
También sabemos por
su santa Palabra lo que le ocurrió al ladrón Dimas en los últimos momentos de
su vida (Lucas 23:39-42). Que maravilloso es el Señor con todas sus criaturas,
y para saber que tanto como a ellos nos ama a nosotros. Déjate amar por el Señor.
Cordialmente,
José J. Agudelo
01/12/2000
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