EL VALOR DE LOS SACRAMENTOS O MANDATOS

La unión libre no es matrimonio. JESUCRISTO elevo este compromiso a la dignidad de sacramento o mandato. El creer o no creer no anula el mandato del Señor. Si no le obedecemos somos transgresores de su ley. El nos hizo libres para elegir en obedecer o no obedecer, pero con El no se charla, somos o no somos. Esto es peligroso, una unión libre no nos puede llevar al Cielo. Tengamos cuidado porque no siempre tendremos la oportunidad de corregirnos. En cualquier época de la vida podemos practicar estas verdades, pero preferiblemente en la juventud. Y lo más importante es hacerlo hoy porque el mañana no sabemos si lo vivimos.

Nos llega a la memoria el siguiente pensamiento: Cuando el Señor nuestro Dios coloque a su derecha a los elegidos y los réprobos a su izquierda, ¿a dónde te gustaría estar? En otras palabras, seria los obedientes a su derecha y los desobedientes a su izquierda (San Mateo 25:31-48). Yo te digo que no hay negocio mejor que obedecer a Dios. ¿Quiénes están en el Cielo? Los obedientes. ¿Quiénes están en el infierno? Los desobedientes. Los que están, ya están. Pero nosotros que todavía estamos en la hora de la misericordia y que podemos elegir donde queremos estar, debemos ser obedientes ya y no dejarlo para mas tarde. Debemos cuidarnos mucho del demonio; el arma mas poderosa contra él es la ORACION. Sin la ORACION satanás haría estragos en nuestra vida. La mediocridad es el arma poderosa del demonio

diciéndonos a nuestro oído que esas bobadas de casarse por la iglesia no se necesitan ya que casi todos viven en unión libre y viven muy bueno. Toma la decisión de organizar tu relación de pareja. Lo mas importante en estos casos es no dejarlo para después, ese después es muy peligroso. Animo amigo que todavía es tiempo de corregir tu incredulidad. Todo lo que nuestro Dios nos manda tiene cabal cumplimiento y debemos obedecerlo. El Señor es un Dios de bondad, no le gusta hacer nada a las malas. El nos hizo libres y nos regalo el Cielo, pero no nos obliga a aceptarlo. Por las buenas nos salvamos o por las buenas nos condenaríamos. ¿Qué escoges tú? 

Cordialmente,

                        José Joaquín Agudelo

                        Julio 15/2003