Entonces Dios el Señor
hizo que el hombre cayera en un sueño profundo y mientras este dormía, le saco
una costilla y le cerró la herida. De la costilla que le había quitado al
hombre, Dios el Señor hizo una mujer y se la presento al hombre, el cual exclamo:
“Esta si es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Se llamara “mujer” porque
del hombre fue sacada”
Génesis 2:21-23
Dios hizo la mujer para ser amada más que comprendida;
así que si quieres comprenderla, "amala". Existe una
diferencia
grande entre el hombre y la mujer, pues la mujer es un mundo muy diferente a
él. ¿Es la mujer superior al hombre? No. ¿Es la mujer igual al hombre? Tampoco.
Entonces ¿que es la mujer? Ella ha de ser eso, mujer, por designio de Dios. Ella ha de cumplir su destino en el
matrimonio, en el hogar, en la sociedad, en la humanidad y en el universo. Ser
mujer es un misterio y por eso es un enigma para el hombre. Esto es tan cierto
que escuchen lo que dicen los griegos. Las mujeres tienen algo que nosotros no
tenemos: astucia femenina. Por qué? Porque de cualquier cosa que se le dé, ella
hará algo fabuloso. Dale un espermatozoide y ella te dará un hijo. Dale una
casa y ella te dará un hogar. Dale alimentos y ella te dará exquisita comida.
Dale una sonrisa y ella te dará su corazón. Ella multiplica y engrandece todo lo que le dan. Así que si le das
problemas, "prepárate". No olvidemos que el hombre es fuerte por razón;
la mujer es invencible por sus lágrimas. La razón convence, las lágrimas
conmueven. El hombre es un código, la mujer un evangelio. El código corrige, el
evangelio perfecciona. El hombre piensa, la mujer sueña. Tampoco
olvidemos que la mujer es creadora de vida no solo en el plano biológico, sino también
en el plano divino. Quieres saber cuál es la mujer perfecta? Es la que sabe conservar
su honor puro y recogido; la que es honra del marido y la alegría del hogar; la
noble mujer cristiana de alma generosa y fuerte, quien da su fe piadosa y
fortaleza soberana. La presencia de la mujer es la que hace humano al varón
pues éste está siempre amenazado por su propia actitud excéntrica. El que haya
una buena esposa encuentra el mejor tesoro y ha recibido un gran favor de Dios.
No olvidemos
que cuando se conoce a JESUCRISTO, se comparte a JESUCRISTO. Cuando se recibe
vida, se imparte vida. Cuando somos sanos, sanamos a otros. Cuando somos
bendecidos, somos bendición. Cuando hemos sido perdonados, perdonamos. Cuando
aceptamos el amor, expresamos amor. De esta manera aprendemos enseñando,
obtenemos dando, cosechamos sembrando y crecemos compartiendo.
Como hija y esposa que fui y ahora como hermana, tía,
amiga, madre, abuela, y bisabuela que soy, les puedo decir que ser mujer es un
grande privilegio de Dios que no podemos desperdiciar. Cumplamos con el rol que
Señor nos ha asignado y veremos siempre la gloria de Dios en nuestras vidas y
en nuestro hogar. ¡Feliz día de la mujer!
Con amor,
María Fanny Agudelo
02/22/2015
02/22/2015
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