Al cuerpo material le damos comida material y al cuerpo espiritual le damos comida espiritual. Ambos son obra de la mano de Dios. En el cuerpo material no me detengo porque todos sabemos lo que necesitamos para sobrevivir, pero en el cuerpo espiritual si hay mucha tela que cortar. Dependiendo de cómo manejemos el cuerpo espiritual, nos preparamos para la vida eterna; y mientras nos dure la vida en esta tierra, nosotros podemos embellecer el cuerpo espiritual hasta donde queramos. Tú te encargas del tuyo y yo me encargo del mío y solo se embellece con un baño de Dios. El resplandor del Espíritu Santo penetra en los corazones de las almas que seguimos al Señor. Rindámonos ante su divina presencia y dejemos que El haga su obra en nosotros hasta que llegue el momento glorioso cuando El nos diga, ‘Venid benditos de mi Padre a gozar de la dicha que les tengo preparada desde toda la eternidad.’ Mientras nuestro cuerpo material tiene vida, podemos hacer cosas hermosas hasta más no poder. La felicidad la tenemos a la distancia de un pensamiento. Nosotros podemos participar de la gloria de Dios con solo rendirnos ante su santísima presencia. Podemos adueñarnos del Cielo y de lo más hermoso de la tierra y podemos vivir una plenitud de alegría sin límites ¡Que felicidad! Eres tu Señor mi compañía divina. Tu presencia es adorada. Nos sentimos con un pie en la tierra y otro pie en el Cielo. Si tu conciencia es limpia al igual que la mía, esta nos va diciendo para dónde vamos.
Si quieres hacer esta oración que me gusta hacer a mí, escúchala: “Señor, yo no tengo nada que ofrecerte lo único seria mi pobre corazón pecador, pero bañado con la sangre redentora del Señor. Yo me atrevo a postrarme ante tu santísima presencia sin ningún temor. Gracias Papacito Dios por tu bendita redención. En el nombre de JESUS, amen.
Cordialmente,
José Joaquín Agudelo G.
Mayo 2, 2008
NOTA DEL ESCRITOR: Como me gustaría que formáramos ejércitos de redimidos para el Señor a todo lo ancho y largo del mundo. Ejércitos que no avanzan con armas materiales, sino espirituales para la gloria de Dios!
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