Con humildad me dirijo a Ti mi Rey adorado para que hagas de mí la persona de tu agrado. Con gran sencillez y esmero me dirijo a mi salvador para que llene nuestros corazones de tu inmenso amor. Mi deseo es vivir en tu presencia y con mucha humildad y alegría contemplar desde nuestra vida esos grados de gloria. Lo lindo es que tu Palabra se cumple y el Cielo, Tú lo dijiste, es para los que te seguimos a Ti Señor.
Nuestra guía bendita se llama JESUCRISTO, nuestro Dios humanado y nuestro divino Redentor. No perdamos el tiempo que para la eternidad tiene gran valor si durante la vida se lo entregamos al Señor. Todo momento que pasa es un tesoro que se va si bien lo aprovechamos nos regala mucha paz.
Desde el fondo del alma te quiero aconsejar para que nos vayamos para el Cielo la mansión celestial. Yo quisiera hermano que nos fuéramos con el Amado, porque es un gangazo que hoy lo tengamos al alcance de nuestras manos.
Déjame Padre extasiarme ante tu presencia y sentir la alegría de las almas que a Ti se entregan. Hermano terco y terquito, si vieras lo bueno que es seguir al Señor. Cómo te llenarías de gozo en los bellos caminos de Dios! No podemos conformarnos con lo que nos predica la gente. Pidamos luces al Espíritu Santo y vayámonos con el Señor. No perdamos el tiempo, grados de gloria vale, vámonos pronticos a la casa de Dios. Con los brazos abiertos nos recibirá el dueño del Cielo y de la eternidad. Qué gangazo tan tremendo! Si vamos con el Amado todo es nuestro hasta la vida sobrenatural. Yo me siento muy contento que mientras vivamos todo lo podemos hacer nuestro hasta la mansión celestial.
Quiero terminar deseándote el mayor de los éxitos, es decir la mayor de las bendiciones: La salvación. Así nos podemos encontrar allá en la patria celestial. Gracias, muchas gracias por acoger estos consejos.
Cordialmente,
José Joaquín Agudelo G
Febrero 2, 2008
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