Mi deseo es alertar a mi familia y amigos del peligro de pasar a la eternidad sin Dios. No habría desgracia igual. No lo permitamos, no lo permitamos porque somos propiedad del Señor y no lo cambiamos por nada ni por nadie. Eres mi dueño bendito, adorado, y bello.
Soy un ciudadano cualquiera y no tengo nada especial, solo que el Espíritu Santo me ilumina que debo ensenar. Como un habitante del planeta Tierra deseo compartir con todos mis hermanos las bendiciones de Dios. Son bendiciones tan bellas y lindas que no me las puedo callar ni guardar ni un momento siquiera porque me sentiría mal.
Ay hermano! Nos vamos para el Cielo, la mansión de Dios. Nuestros pensamientos no tienen rebaja y en buena hora los escribimos para la gloria del Señor. Mira terco, mira terquito, no te puedes condenar. Ya el Señor pago la deuda para llevarnos a su mansión celestial. Nuestra patria es el Cielo y no lo podemos dudar; a nosotros nos toca dejarnos llevar ¿Por qué? Amigo abandonado, ¿por qué no levantas tu pupila e invocas al Creador cambiando de parecer y derrotando al
Dragón que te acecha con tan mala intención de llevarte en sus garras al infierno de horror? Yo te invito hermano equivocado para que no te dejes engañar porque ninguna religión salva, solo salva el Señor. JESUCRISTO es nuestro salvador y de eso no cabe duda. El pago la deuda con su muerte en la cruz, pero es importante que lo aceptemos; sin nuestro consentimiento no nos podría salvar.
No quiero alargarme más, pero que bueno que en este año nos compenetráramos más y más de los negocios de Dios.
Cordialmente,
José Joaquín Agudelo G.
Enero 4, 2008
NOTA: Como seria de bueno que lo retransmitieras a tus valiosas amistades. Muchas gracias.
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