Si no les enseñamos a los hijos desde pequeños el respeto por los semejantes, entonces el mundo si lo hará pero en una forma muy dura.
Respetar no es sentir miedo al expresarse, ni obedecer sin hacer preguntas. Es estar dispuesto a escuchar y a valorar las opiniones de sus padres y también de otras personas, aun sin estar de acuerdo con ellas. A los hijos hay que escucharles sus ideas, alentarlos para que muestren sus perspectivas y poco a poco permitirles tomar algunas decisiones. A través de todo esto le enseñamos el respeto por los demás. No se nos olvide que el ejemplo es la más fecunda semilla, así de las virtudes como de los vicios. Mientras mas unidos estén los miembros de la familia, mejor será el comportamiento de los hijos en la sociedad. No importa lo que le enseñemos al niño, el insiste en comportarse como sus padres ya que enseñamos lo que sabemos, pero reproducimos lo que somos. Enseña el respeto, pero compórtate siempre con respeto.
Con amor,
María F. Agudelo
7/11/11
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