LAS MANOS DE DIOS

Alzare mis ojos a los montes, ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra.  Salmo 121:1-2

Queridos amigos del blog, quiero compartirles un escrito que nos trae bonitas enseñanzas, es anónimo y nos habla de cómo Dios siempre nos  ayuda.

Cuando el camino se hace cuesta arriba,” no lo dejes”.

Cuando las cosas andan mal como a veces sucede, “no abandones”.

Cuando no consigas resultados y se sumen los problemas, “no te rindas”.

Cuando quieras sonreír y solo puedes suspirar, “no te caigas”.

Cuando la suerte te sea adversa y no encuentres fuerzas para seguir, “no renuncies”.

Recuerda que hay unas manos sosteniendo las tuyas y esas manos son las manos de Dios que quiere ayudarte; así que cree en El y siéntelo en cada minuto de tu vida.  Deja que tu alma vuele libre por los hermosos jardines de la confianza y en ese ser superior que es Dios; ya que El llega donde nuestra visión no puede alcanzar, pero nuestro corazón si puede sentir.  Dios quiere darte fuerzas y estimulo.  Intenta, cierra los ojos por un momento y concéntrate en el amor de Dios y en todo lo que Él ha hecho por ti. Ten en cuenta que no podemos cambiar el mundo. Tampoco quitar tanto dolor en la tierra ni resolver todos los problemas de los seres humanos; pero si podemos mirar con amor todas estas cosas y recordar que todo en esta vida es pasajero. De esta manera poder mirar con cariño lo negativo y disfuncional para encaminarnos a la perfección y poder observar con alegría el cambio del mal por el bien y las tristezas en alegrías.

Recuerda que algunas veces lo que hoy nos hace sonreír fue las cosas que nos hicieron llorar ayer; nuestras tristezas de hoy, posiblemente serán las alegrías del mañana.  Piensa en esto: Las personas se van, los amores se pierden, los problemas son solucionados y hasta el mismo sol se va cada noche para renacer al día siguiente, pero el amor de Dios permanece para siempre. Tanto es así que El no nos deja tirados en la mitad del camino, sino que allá adelante nos espera con los brazos abiertos y nos dice: “…entra en el gozo de tu Señor…”

Realmente estamos en las manos del Señor, El nunca nos desampara aunque en los momentos difíciles no lo percibamos. Por el contrario, en medio de la turbulencia es cuando más cerca El esta de nosotros. En esos momentos de tribulación la mente se nos turba y vemos todo tan oscuro que no recibimos la señal de Dios. Pero cuando reaccionamos, nos postramos en oración y suplica a Dios. Entonces nos levantamos renovados, secamos nuestras lágrimas, respiramos profundo y giramos nuestros pensamientos al Cielo. ¿Haces tú lo mismo?

Con amor,

María Fanny Agudelo

09/15/13

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