LA INDIFERENCIA CRISTIANA

La indiferencia es peligrosísima.  Si ésta es tu situación, póstrate de rodillas ante el Señor y pídele desde ya que te disponga a cambiar, porque lo que sigue es eterno.  Corrige ya, no lo dejes para más tarde, porque es peligroso.  Si tú no sientes amor por el Señor, pídeselo a Él, pero con mucha humildad, para que se compadezca de tu situación, pero pídelo ya, no lo dejes para después.  Una transgresión en esto, puede costarnos muy caro.  El infierno: imagínate un horno, donde se derriten los metales, sin embargo, ni comparación con el fuego del infierno.  Esto no es lo más grave; sino su duración, o sea que nunca jamás podrán salir de El.  Si esto no te aterra, tú eres una persona anormal, sin embargo al Señor no lo invocamos por miedo, porque sabemos que es el mejor de los amigos y nos maravillamos por sus bondades sin límites para sus criaturas.  Como te agradecemos Padre Santo, que nos hayas mandado a tu Hijo santísimo, quien con su muerte y resurrección, nos abrió de par en par las puertas de la gloria.  Antes de terminar, quisiera hablar un poco del infierno, un tema nada agradable. Allá hay fuego, hay candela, no es invento nuestro, lo podemos considerar en la Santa Palabra de Dios, la Sagrada Biblia, en el libro de Isaías capítulo 33 verso 14; en el Evangelio según san Mateo capítulo 5 versos 22 y 29 y 30; en el Evangelio según san Lucas capítulo 12 verso 5; en el Evangelio según san Mateo capítulo 18 verso 9 y capítulo 23 versos 15 y 33; en la Epístola de Santiago capítulo 3 verso 6; y en la Segunda Epístola de san Pedro capítulo 3 verso 7.   De manera que a volar, o nos vamos al abismo.

                         I

Las preocupaciones de nuestra vida,

nos olvidan del Señor,

que sería de nosotros

sin ese tierno amor.

                         II

Nuestra preocupación constante,

es siempre con el amado,

quisiéramos que no se pasara un momento,

sin considerar los bellos regalos

que el Señor nos ha dado

                          III

¡Ay! Padre Bendito del cielo,

llévate nuestros sentimientos,

son tuyos y no más que tuyos,

con relación al tiempo

y también a lo eterno.

                          IV

Silencio querido hermano,

estamos en la hora de la misericordia,

sigamos esos bellos caminos

que nos conducen a Dios.

                          V

Hagamos derroche de gozo,

en el tiempo que nos toca,

vámonos con el amado,

porque no hay nada mejor.

José J. Agudelo G.

Octubre de 2006.

Hermano querido, como te agradecería que si te agrada, lo difundieras electrónicamente a tus amistades. Muchas gracias.