LA COMPRENSION DEL VIVIR QUE SOLO VIENE DE DIOS

Podrá haber un pensamiento más dulce que terminando este tiempito de la vida entraremos en un cielo eterno, que nos cubrirá por siempre y para siempre, y que nada ni nadie nos podrá arrebatar esta dicha.   Ya nos la regalaste Papá, ya es nuestra y ni un paso atrás daremos para despreciar esa riqueza de valor incalculable.  Tú eres bendito Papá!, obra del Señor es todo esto.  No hay mejor amigo que Dios mismo.  Nos congregamos en la tierra como vamos a estar congregados en el cielo.  En aislamiento, no entendemos la salvación.  Entendemos que por eso nos dijo el Señor, donde hay dos o más congregados en mi nombre, allí estoy yo. También entendemos, que nuestro padre Dios, no nos lleva al cielo por las malas.   El cielo está lleno de los obedientes y enamorados de Dios, y el infierno también está lleno de los que desprecian la divina gracia y que han pisoteado la sangre redentora del Señor.   Quisiéramos que a ese lugar de tormento no llegara nadie y que a todos nos llevara el Señor.

                            I

Desde este lugar de la tierra,

deseo hablarte Señor,

permíteme que así lo haga,

porque todo es con amor

                           II

El horizonte de la vida

qué claro está,

despertemos de este letargo

para llegar al más allá.

                          III

El sol de la mañana

nos empieza a alumbrar,

así alumbrará para nosotros,

el sol de la eternidad.

                          IV

La radiante aurora de nuestra vida,

nos empieza alumbrar,

y hoy empezamos a ver claro,

todo lo que nos va a llegar.

                          V

Papacito Dios,

no te exigimos más,

llévanos contigo

por la eternidad.

                         VI

Nuestro gran empeño Padre,

es nuestra entrega a Ti con anhelo,

para gozarnos

de las delicias del cielo.

                         VII

No me pregunten nada más,

porque nuestro gozo es completo,

vamos con el Rey

llenos de contento.

                        VIII

En los brazos del Señor

queremos estar,

y es tanta la alegría y seguridad,

porque ya nadie nos puede robar.

                        IX

En la tierra hay penas,

no se puede dudar,

pero nunca ensombrecen

las dichas de  la eternidad.

                          X

Paz dulce paz,

Papá Dios,

esta paz que no se desvanece,

y dura por una eternidad.

José J. Agudelo G.

Septiembre de 2006.

Quien lea estas notas y le agrade, cómo le agradecería que las retransmitiera electrónicamente entre sus amistades !  Muchas gracias.