Oportunidad más grande sería imposible recibir. Porque en esta vida, y sólo en esta vida, es cuando podemos conseguir una eternidad bienaventurada. Que momentos más preciosos. Gracias Señor por regalarnos el misterio de vivir.
Pero ¿cómo aprovechar bien esta vida? Es fácil. Oyeme, tú que lees estas palabras, que estás descarriado en los vicios, en la búsqueda loca del placer, y en la ambición por el dinero que te lleva al insaciable deseo de enriquecerte a toda costa, cueste lo que cueste, y que también te da sed de asesinar y torturar. ¿No te aterra hacer esto? Todos estos actos, entre otros muchos, hacen perder la vida sobrenatural.
Tú, al igual que yo, debemos meditar en esto. ¡Qué fácil es! Enamorérnonos del Señor. Digámosle a El que nos regale estas gracias. Es tan lindo vivir bien bueno en esta tierra y después ir a gozar de Dios en el cielo. No lo dudes, siendo amigos de Dios lo tenemos todo. El Señor nos quiere santos y estuvimos en su mente antes de la creación del mundo. Dejémosle todo a Jesucristo, El se encarga de todo. A nosotros nos toca seguirlo y enamorarnos locamente del Señor. No necesitamos más. El con su redención pago por nosotros toda la deuda contraída por el pecado. Por eso démosle gracias y conservemos esa amistad preciosísima. Quien se condena es porque quiere, por no aceptar al Señor, por su terquedad.
Sigamos al Señor con todas sus enseñanzas, con todos sus ejemplos y toda su vida. Amigo, qué bueno es seguir a Jesús! y qué negocio tan completo! El lo dijo: Quien se salva sabe; quien no se salva no sabe nada.
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