En ocasiones muchas personas me cuentan acerca de algún semejante que les ofendió de tal manera que no pueden perdonarlo. Ellas dicen esto sin darse cuenta que nadie es perfecto, y por lo tanto no entienden que Dios no les perdonará sus faltas. Otras me dicen que no se aguantan a tal o cual persona, sintiéndose ofendidos. A lo que yo les respondo que Dios tiene un propósito con nuestras vidas aquí en la tierra, y ese propósito es precisamente purificarnos para que podamos entrar muy limpios en su gloria. Luego les digo que no nos purificamos siendo ermitaños, ni tampoco yéndonos para otro planeta; solamente nos purificamos conviviendo con personas insensatas, ofuscadas, orgullosas, pleiteras, rebeldes, egoístas, groseras, pesimistas, y desequilibradas, que no se aman ellas mismas, ni mucho menos aman a Dios ni a sus semejantes; no tienen amor por nada, ni por nadie; por esto este mundo está lleno de contiendas, guerras, conflictos, discordias, envidias, celos y contradicciones. No nos olvidemos que Jesucristo dijo que ellos podrán conocer que somos sus discípulos, si nos amamos los unos a los otros, ya que el amor es la tarjeta de presentación del cristiano y la marca de Dios en nosotros.
Fanny 7/14/2007
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