Mira lo que te quiero decir. En sus manos benditas estaremos por la eternidad. Esto no está sometido a nuestra voluntad; el dueño de nosotros lo dispuso así.
Lo que si está sometido a nuestro querer, es el lugar donde vamos a estar. Eso si nos corresponde a cada uno de nosotros elegirlo. Con sólo una condición, que la elección sea durante nuestra vida. Terminada nuestra existencia, ya no es posible. Donde quedamos, allí quedamos por la eternidad. En sus brazos divinos, el cielo, o fuera de Él, el lugar de tormento, el infierno. Esto es muy profundo, hasta más no poder, pero que bueno sería corregirnos, ¡ya!, no dejarlo para después, porque nos podría costar muy caro. El Señor nos ama poderosamente.
Muchas gracias por la acogida que le des a este mensaje.
José Agudelo Agosto del 2006.
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